Educar para vivir, educar para convivir.

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Cañón del Chicamocha

San Agustín decía que el mundo era un libro y que las personas que no viajaban sólo leían la primera página. Y mucha razón tenía porque conocer otras culturas, geografías y maneras de hacer la vida,  es no sólo un placer y un privilegio sino además una oportunidad para ampliar la mirada frente al propio punto de vista y para disminuir los prejuicios que impiden reconocer el valor que tiene la diversidad propia de la vida y de los seres humanos.

Nagore García, en 2012 y Alicia del Álamo, en 2013, han podido leer una página más del libro de sus vidas. Las dos han viajado por tres meses a Bucaramanga, Colombia, durante el verano, en el marco del Programa Juventud Vasca Cooperante. Lo han hecho con EDEX como ONG responsable en Euskadi y con Proinapsa-UIS como ONG local, en donde han participado en proyectos de formación docente relacionados con la Educación para la Sexualidad y la promoción de los Derechos Sexuales y Reproductivos.

“Yo creo que he aprendido un poco más a vivir”, comenta Nagore. Y lo ha hecho después de afrontar en Colombia desafíos relacionados con el tráfico, la inseguridad ciudadana y las inclemencias naturales: “De  alguna  manera,  vivir  la  cotidianidad  de  allá  me  ha  abierto  la  mente  a  otras perspectivas y realidades. En ocasiones somos conscientes de la pluralidad de realidades, y sin embargo, no es lo mismo ser consciente a nivel intelectual/racional que vivirlo, ver como se traduce en experiencia encarnada”. Por su parte, Alicia destaca la actitud positiva de la gente colombiana  que se reinventa: “aunque estés en crisis te pintas los labios, te pones tu mejor vestido y venga…Para’lante”; así mismo, invita a Colombia a trabajar más por la calidad y el acceso a los servicios de salud, a los que concibe no como un “lujo” sino como algo a lo que debe acceder todo el mundo.

Han sido dos experiencias distintas en un mismo lugar,  vividas por dos mujeres jóvenes de Euskadi, diferentes también, que puedes conocer un poco más, en sus propias voces, escuchando sus testimonios, aquí abajo.

EDEX comparte los objetivos del Programa Juventud Vasca Cooperante y por eso desde 1997 ha participado acogiendo participantes y formando parte de la Comisión de Selección. En estos años ha compartido con 35 personas que como Nagore y Alicia han conocido “in situ” algunos de los proyectos en los que viene trabajando en diversos países. Han sido jóvenes y profesionales que han hecho aportes significativos a las experiencias visitadas y a las ONG involucradas, así como a la sociedad vasca en general. Algunas de ellas, tras continuar la lectura de más páginas de ese libro de la vida,  aún continúan en este mundo de la cooperación al desarrollo.

Nagore García

Alicia del Álamo

“¡Eres el segundo en ver la portada! El primero ha sido Frederic. Todavía no me han llegado los libros y la venta se abre a partir del lunes“. Era Roser Batlle, Charo, quien de esta forma compartía conmigo la imagen de la cubierta de su último libro, titulado El aprendizaje-servicio en España. El contagio de una revolución pedagógica necesaria. Algún tiempo atrás me había enviado el “manuscrito” acompañado del acostumbrado “Si tienes tiempo para echarle un vistazo y ves algo...” Para qué engañarnos, no saqué tiempo sino para ojearlo, porque ya habría ocasión de leerlo tan pronto estuviera impreso y porque no resulta sencillo hacer aportes al trabajo de Charo. No, no me refiero a que le cueste dejarse corregir, sino a que el resultado de su trabajo, sentido, concienzudo, meticuloso y generoso no le deja a uno apenas resquicios para “meter cuchara”.

De ello soy testigo, y lo somos en Fundación EDEX, desde que nos conocimos hace 33 años. Recién estrenábamos ayuntamientos democráticos, allá por el 79 del siglo pasado, y por entonces compartíamos trabajo voluntario en organizaciones de tiempo libre educativo, Charo en L´Hospitalet y yo en el Club de Tiempo Libre de Repélega, en Portugalete. Ella pedagoga, y yo recién licenciado del servicio militar, por inútil, con licencia para ejercer como maestro de escuela, éramos miembros del claustro de profesores de sendas escuelas de formación, el municipal Centre d´Estudis de l´Esplai, en su caso y EDEX Eskola, en el mío; ella como directora y yo como aprendiz a la sombra de pioneros como Rafa Mendía. Charo, amante de la escalada, siempre va por delante en esta particular cordada.

A aquellos tiempos me remonta desde las páginas de su libro. “Gran parte de mi vida profesional la he dedicado a la educación no formal, en el sector asociativo. Esto en la práctica quiso decir un cajón de sastre repleto de colonias y campamentos, juegos, talleres, teatro, excursiones, campañas económicas, relaciones con los vecinos, negociaciones con la administración…Profesionalmente, me fui especializando en la formación de monitores y responsables asociativos y en la elaboración de programas pedagógicos de educación en valores, dirigidos, especialmente, a la infancia y la juventud de los barrios populares, con déficits educativos y menores oportunidades. En todo esto invertí la mayor parte de mi juventud y adultez“, escribe.

Me había llevado hasta la ciudad catalana la revista Txirikilan, que editaba la federación Haurrak, de tiempo libre educativo infantil y juvenil de Vizcaya, a la que EDEX asistía en tareas de formación. Para nosotros, baskitos y neskitas, los movimientos de tiempo libre educativo catalanes eran referencia obligada, y L´Hospitalet con su Club Infantil y Juvenil de Bellvitge poco menos que “La Meca”. De aquel peregrinaje vine con algunas entrevistas que incluiríamos en sucesivos números de nuestra revista, colaboradores y suscriptores para la misma, sustanciosos aprendizajes y el inicio de una amistad con Charo que dura hasta…siempre. A partir de entonces, se intensificaron los contactos entre EDEX y “los esplais” y se sucedieron  los viajes de estudios de ida y vuelta del alumnado de nuestros respectivos centros de formación.

Después, ambos dejamos el trabajo en administraciones públicas locales, regresamos de tiempo completo a los quehaceres asociativos que nunca habíamos abandonado, y las organizaciones de referencia de cada quien siguieron rumbos distintos. Perdimos el contacto por un tiempo hasta que Charo, por aquellas fechas responsable de los programas de educación en valores de la Fundació Catalana de L´Esplai, se interesó  por nuestro programa para la prevención de las drogodependencias La Aventura de la Vida, que ya tenía un largo recorrido en Euskadi y comenzaba a extenderse en Latinoamérica. Se “contagió” y, en buena medida gracias a su entusiasmo, dicho programa se implantó con fuerza en Cataluña y aún hoy continúa aplicándose.

Años más tarde, en su calidad de integrante del Centre Promotor d´Aprenentatge Servei de Catalunya, me devolvió la pelota. Entusiasta, como es, había “descubierto” el Aprendizaje-Servicio (APS), una metolología capaz de ensamblar aspectos del curriculum escolar con la actuación positiva sobre el entorno, favoreciendo el aprendizaje significativo y cultivando capital social. Se había aproximado a la misma de la mano del común amigo argentino Alberto Croce, de Fundación SES,  y de quien luego también lo sería, su compatriota María Nieves Tapia, fundadora y directora del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS). Charo predicó hasta convertirme, y tras una conversación con los miembros del Centre Promotor volví al paisito convencido de que era preciso articular un dispositivo para promover el APS en Euskadi, tan necesitada como estaba nuestra Comunidad de programas de educación para la ciudadanía. El “contagio”, esta vez en sentido inverso, había vuelto a producirse.

Fundación EDEX, uno de cuyos ejes de trabajo es la promoción de cultura ciudadana, decidió apadrinar la idea -que no apropiarse de ella-. Hicimos lo más importante y fácil, comprometer a Rafa para que lo liderase, seducir a organizaciones como Federación Sartu y Fundación Vivir sin Drogas, para constituir Zerbikas Fundazioa, incorporar al Patronato a Charo y otras personas con largo recorrido en trabajo social y educativo, y fortalecer la alianza con el Centre Promotor d´Aprenentatge Servei.

Poco más tarde, la autora de El aprendizaje-servicio en España. El contagio de una revolución pedagógica necesaria, lograría ganarse la confianza de Ashoka en forma de beca, lo que le permitiria dedicarse en cuerpo y alma, durante tres años, a difundir su “descubrimiento”. De esta suerte, Charo pasó a disponer de la tan necesaria tercera pata del taburete sobre el que se sentaría dispuesta a ordeñar sin descanso, a lo largo y ancho del país, las cálidas ubres del Aprendizaje-Servicio.

Enseguida, se sumó con entusiasmo y trabajo de calidad la Fundación Tomillo, en los madriles, y más tarde colectivos y personas de distintas Comunidades autónomas, hilvanados por el incesante trabajo de nuestra compañera. Veteranos e iniciados nos dimos cita y aliento, en número y aportes crecientes, en cada una de las cuatro ediciones de los Encuentros habidos en Portugalete, facilitados por su alcalde Mikel, por Santiago, concejal entregado a la causa, Adaka y Fundación Manuel Calvo, que culminaron con la creación de la Red española de aprendizaje-servicio, a los que siguió el celebrado en Barcelona, antesala del que de manera inminente tendrá lugar en Madrid.

Y se fueron contagiando algunos Gobiernos, Diputaciones y Ayuntamientos, colectivos docentes, congregaciones y asociaciones de madres y padres, Universidades, donantes como Fundación Porticus, y los tan necesarios “Marinas” (el primero de ellos, D. José Antonio, autor del prólogo del libro que celebramos), que entendieron que el Aprendizaje-Servicio no es el bálsamo de Fierabrás, pero sí una fragua de la que saldrán los ciudadanos sin los cuales no será posible construir los cimientos de la polis que anhelamos. Y un larguísimo etcétera de más de 200 personas, de quienes Charo se sabe “contagiada” y cuyos nombres y apellidos no podremos leer sobre el papel por imponderable editorial, pero sí aquí.

Han pasado poco más de cinco años desde que Fundación EDEX contribuyera a impulsar Zerbikas Fundazioa y la misma, en feliz expresión de Charo para el caso, “polinizara” con el Aprendizaje-Servicio el territorio o, mejor dicho, los diversos territorios, acaso por la vocación de misioneros atribuible a los vascos… y a las vascas. Cinco años que a modo de cuaderno de bitácora recoge este libro, cuya lectura recomendamos a quienes desean contribuir a esa revolución pedagógica tan necesaria a la que nos alienta su título, y desentrañar cómo el aprendizaje-servicio está contribuyendo a la misma de manera modesta, silenciosa y contagiosa.

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