Educar para vivir, educar para convivir.

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Beto - RetomemosEl verbo protagonista de este post es de los más conjugados en nuestras prácticas pedagógicas. Empieza por “E” y no es enseñar, pero con él se aprende mucho. Tampoco es “Enamorar”, pero quien lo conjuga conquista mundos y personas. Tampoco es “Emocionar”, aunque es emoción pura y sirve para lo que sirven las emociones, para hacer contacto. Si le preguntáramos a nuestro invitado cuál es su amigo favorito, probablemente nos diría que el verbo “Hablar”, un amigo con defectos y virtudes, como suele ser, porque aunque empieza con la letra muda, a veces, acaba con cualquiera, sobre todo cuando lo quiere decir todo.

Otra pista

Nuestro verbo invitado al post de esta semana es el verbo más parecido a “Amar”. Esta comparación, tan merecida, la leí hace muchos años en “La importancia de hablar mierda o los hilos invisibles del tejido social”, el título más curioso que he visto en mi vida para un libro,  escrito por Nicolás Buenaventura, editado en 1995, en Colombia, por la Cooperativa Editorial del Magisterio:

“Pienso que el verbo más parecido a amar es escuchar.  Por esa razón, si me tocara simbolizar a un amante, quizás pintaría a un hombrecillo con unas orejas descomunales, como antenas parabólicas. En verdad, el único regalo que uno le puede hacer al otro, legítimamente, es escucharlo palabra a palabra” (Les invito a leer todo el capítulo del Buen amor-págs. 53 a la 61)

A veces, no sabemos qué regalar a esos seres que tanto queremos – a nuestras niñas, niños y jóvenes- y nos “empeñamos” en gastar tiempo y dinero en todo tipo de juguetes y cachivaches. Y las llevamos puestas siempre. Para la próxima oportunidad, ya sabes, puedes regalarles –o mejor prestarles- tus OREJAS (como el título de una de nuestras historias de Retomemos).

26 de junio

Nos alegra que la UNODC haya decidido conjugar este verbo para su celebración del Día Internacional Contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas durante el 2016: “Escuchar a los niños y jóvenes es el primer paso para ayudarlos a crecer sanos y seguros”.  En el siguiente enlace accedes al video y al resto de  información de su campaña, titulada “Escuchar primero”.

No hay duda que son muchas cosas las que podemos aprender de estas personas, descubridoras de este mundo adulto que damos por hecho. Sólo es cuestión de escucharles sus preguntas, sus ideas, sus conclusiones, con calma y mucha atención. Aprenderemos juntos. Donde hay escucha es posible la conversación, que es, justamente, la propuesta de comunicación que desde Fundación EDEX proponemos para la escuela, la familia y la ciudadanía en general.

Calla un poco

Aquí hay un ejemplo de lo que sucede cuando sólo recordamos que tenemos boca. Lo ha escrito una persona que ha participado  en la 1ª. Edición de “La Aventura de la Crianza”,  nuestro curso online para madres y padres que finalizó el pasado 10 de junio.  Es pediatra y de su práctica diaria ha construido su relato:

“En cuanto entran el adulto (padre, madre o quien sea) y el niño (mi paciente) a mi consulta, lo primero que hago es preguntar: “¿Qué te pasa Juanito?” y enseguida me contestan los padres. Yo insisto mirando al niño: “¿No te encuentras bien?” Y si veo que la cosa continúa en broma, digo: “¡Estoy hablando con Juanito!” Siempre me dirijo al niño (lógicamente incluyo a los adultos en mi discurso pero el principal es el niño). Lo bueno es que más de una vez me ha pasado que los mensajes son contrapuestos y en este caso el adulto dice: “No le hagas caso, es pequeño y no se entera”. Es una lucha constante. Y claro, qué pasa con el tiempo… que llega el o la adolescente y cuando le digo: “¿Qué te pasa?”,  le dicen a su madre: “Díselo tú que yo no lo sé”.

Promueve su expresión

Y aquí otro ejemplo de lo que sucede cuando nos disponemos a hacerles nuestro mejor regalo: escucharles: Lo ha escrito una maestra que participó en la X Edición del TransCurso, otra de nuestras ofertas formativas en línea:

Me sirve tanto este curso…Esta semana invertí una hora de clase en invitar a unas niñas, que no se entendían, a conversar. Nos sentamos las 7 en el suelo. Pudieron explicar a su compañera que la quieren, pero que se sienten controladas por ella. Que no quieren perderla, pero que sus relaciones no son exclusivas con ella, que quieren poder liderar el grupo entre todas, que es una persona valiosa por si sola sin controlar los actos de los demás.

Pudieron expresarlo de forma asertiva, sin reproches, contando cómo se sentían ante su control. Paula calló mucho rato, finalmente llorando les explicó que su padre la infravalora tanto que en su casa se siente que no vale nada. Como contrapartida, quiere llamar la atención en clase y en su entorno, necesita controlar todas sus relaciones.

Sus amigas lloraron con ella. No sabían eso. En un momento determinado, empezaron a abrazarse unas con otras. 

Poder expresar sus miedos delante de mí les dio seguridad. Me hizo feliz brindarles ese espacio y ese momento para hablar sin ser menos ni ser más. A la mañana siguiente tenían los ojos hinchados, pero habían dado un primer paso para sanear sus relaciones”.

Cuerpos dotados para la escucha

Nuestra biología lo tiene tan claro que no en vano nos ha puesto DOS orejas y una SOLA boca, para escuchar el doble de lo que hablamos. Desde nuestros programas y desde nuestras ofertas formativas en Habilidades para la Vida, en Fundación EDEX seguiremos conjugando en plural y en singular al protagonista de este manojo de palabras, que era muy fácil de adivinar, tanto como decidirnos a ponerlo en juego.

Visítanos en Facebook para conocer más sobre lo que hacemos para aprender a escucharnos mejor.

Cannabis post

– Lucía tiene 14 años y el sábado recibió su primera invitación a fumar un porro que rulaba en la cuadrilla. Sintió cierto hormigueo en el estómago y aceptó.

– Alberto tiene 15 años y hace meses que fuma porros. Está convencido de que la medicina ha demostrado que las sustancias que flotan en su humo son buenas para la salud.

– Elena tiene 16 años y lleva uno fumando porros los fines de semana. Al principio sintió algún reparo, pero ahora ya no le preocupa.

– Mikel tiene 17 años y no fuma porros. Entre sus amigas y amigos no es un hábito muy extendido.

¿Qué tienen en común estos cuatro personajes apócrifos? Fundamentalmente, que se encuentran en esa edad imprecisa e inestable que es la adolescencia. De entre los muchos rasgos que la definen, la curiosidad propia de la edad les animará a explorar los distintos territorios que conforman la realidad. Por eso, se impone la necesidad de decidir, entre otros muchos asuntos, cómo se relacionan con el alcohol, con el tabaco y, en el caso que nos ocupa, con el cannabis. ¿De qué depende su decisión? De muchos y diversos elementos de entre los cuales podemos destacar dos:

  • La información de la que dispongan: para que tomen decisiones inteligentes (informadas, autónomas, responsables) es imprescindible que manejen una información adecuada sobre el cannabis. No hace falta que sean eruditos. Basta con que conozcan en esencia de qué se trata, y estén en condiciones de cuestionar algunos de los sesgos que distorsionan su saber (que si es un producto ecológico, que si cura el cáncer…) Sesgos que, como en tantos otros casos, tienen su punto de veracidad, convertido por arte y magia de la hipérbole en mero ruido.
  • Las habilidades psicosociales que manejen: el consumo de cannabis es, en buena medida, resultado de un proceso relacional que muestra toda su intensidad en la adolescencia. ¿Fuman por curiosidad? En parte. ¿Lo hacen por imitación? A veces. ¿Por inercia? Seguramente. Pero fuman, sobre todo, porque las dinámicas emocionales que se dan en sus grupos de pertenencia depositan sobre esta conducta expectativas que tienen que aprender a gestionar. Es entonces cuando habilidades como la asertividad o una adecuada inteligencia emocional, les permitirán adoptar la conducta que realmente le apetece (que en algunos casos será consumir y en otros pasar).

A alimentar y fortalecer estas dos dimensiones (información y habilidades psicosociales) orientamos el grueso de nuestro trabajo en prevención. A partir de la convicción de que, más allá del humo, lo que realmente importa en prevención son las personas y su competencia para gobernar satisfactoriamente su vida. Por eso no entendemos la prevención como sermonear, sobreactuar, intimidar… Por el contrario, la entendemos como un proceso de diálogo que permita descubrir información útil sobre las sustancias y desplegar habilidades efectivas para construir formas de vida personales y autónomas. Para fomentar este proceso en los últimos años hemos ido creando diversas propuestas:

Además de las propuestas didácticas de programas preventivos como ¡Órdago! y, más recientemente, Unplugged, que, precisamente en este campo de la prevención del abuso de cannabis, ha mostrado resultados interesantes.

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