Educar para vivir, educar para convivir.
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Familias Simacota veredas 4¿Cómo sintetizar lo vivido durante estos tres meses en tan pocas palabras? Hay experiencias únicas en la vida para las que aún no se han inventado lenguajes. Así de intenso ha sido mi recorrido en el proyecto de cooperación entre EDEX y el Instituto Proinapsa – UIS. En muchos aspectos inefable. Aún con la frustración de saber que todo lo que cuente se quedará corto, quiero compartir esa pequeña parte que las palabras me permitan.

Ha trascurrido un mes desde que regresé de allá. He necesitado de estos días para digerir, reubicarme y poder mirar desde la distancia.

El pasado 8 de julio, gracias a EDEX y al Programa Juventud Vasca Cooperante del Gobierno Vasco, me trasladé a Bucaramanga, en el departamento de Santander (Colombia). Allí me esperaba un increíble equipo de trabajo, sito en la tercera planta de la Facultad de Salud de la Universidad Industrial de Santander, pero con movimiento constante de aquí para allá, donde sus objetivos se ubicasen.

El proyecto por el cual llegué allá fue el de “Capacitación de niñas y niños para la mejora de los derechos sexuales y reproductivos en los municipios de Oiba y Simacota, Departamento de Santander, Colombia”. Como parte del mismo, desarrollamos encuentros con las familias del estudiantado de los municipios, en los que charlábamos sobre cómo resolver las inquietudes sobre sexualidad que pueden plantear las niñas y niños, así como adaptábamos los significados de los derechos sexuales y reproductivos para niñas y niños, y los dábamos a conocer.

Trabajo con docentes, estudiantado y familias

El enfoque basado en las habilidades psicosociales para la vida estaba siempre presente, y acercábamos a las familias el material producido por EDEX para la ocasión “Cuentos para conversar… en familia”, una propuesta de diálogos y juegos en familia, para sembrar bonito. Todo esto se desarrollaba en las mismas sedes donde las niñas y niños estudian, algunas en veredas perdidas en montes cafeteros, paisajes tropicales y escarpados caminos. Las familias de aquellos lugares tan inaccesibles se mostraban sumamente agradecidas, ya que no parece lo común que se les facilite este tipo de actividades en sus entornos.

También tuve ocasión de participar en la realización de asistencias técnicas a las mesas institucionales y municipales, así como en la preparación de las Ferias de sexualidad que días atrás se han llevado a cabo con la implicación de ambos municipios en el proyecto, cada uno con sus peculiaridades y sus formas de entender la vida.

Y una de mis últimas experiencias en los terrenos de Oiba y Simacota, fue la participación en los últimos talleres con las y los docentes, con quienes se ha venido realizando el grueso del trabajo para que el enfoque de educación para la sexualidad, derechos sexuales y reproductivos y habilidades psicosociales para la vida se haga extensivo a las siguientes generaciones de estudiantes.

En buena compañía

La creatividad del equipo de profesionales de Proinapsa – UIS, su enfoque lúdico e innovador, su cercanía y su organización, hacen que todo el desarrollo del proyecto sea un placer y llegue a las personas, que los municipios se involucren, y que de allí salgan grupos de personas que darán continuidad a todo más allá de este año.

El proyecto en sí es ilusionante, pero no puedo dejar de hablar del país que lo ha enmarcado. Si abres tus poros a Colombia, inevitablemente la fascinación debe traspasarte. El potencial humano, paisajístico y cultural es tan impresionante como injustamente invisibilizado. Y de allí me traje la promesa de ampliar las miras de toda persona a la que pueda llegar, gritar a los cuatro vientos que Colombia es mucho más que esa imagen de violencia y droga que nos venden desde el cine y los medios. Es sabor (¡menuda maravilla de gastronomía!) y color (¡qué diversidad étnica y cultural!). Es baile y gracia, vallenato, salsa, champeta, cumbia y guabina. Es una millonada de frutas desconocidas para quienes sobrevivimos estos meses con las cuatro frutas de invierno de este lado del charco. Es empatía, expresión emocional y abrazos espontáneos, reconocimientos y humanismo. Es alegría y resiliencia, carpe diem y fuerza en la fragilidad. Es madurez en la juventud, responsabilidad y creatividad en la apuesta por la convivencia. Es un lugar del que indudablemente, tenemos mucho que aprender.

Y es, inevitablemente, ganas de regresar.

Eva Rodríguez García


Comentarios para "Adoptada por Colombia: síntesis de una experiencia maravillosa"

  1. Elva

    noviembre 2, 2015

    Me alegra mucho la experiencia que lograste vivir y la imagen tan diferente que te llevas de nuestro país, por aca.siempre seras bienvenida.

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