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Cocaína :: Efectos y riesgos

El consumo de cocaína provoca una euforia inmediata, un sentimiento de capacidad intelectual y física aumentada, así como indiferencia al dolor y a la fatiga.

Estos efectos pueden dar lugar posteriormente a un estado depresivo y de ansiedad que algunos consumidores intentarán calmar con una dosis de heroína o de psicofármacos tranquilizantes.

La cocaína provoca:

La contracción de los vasos sanguíneos. Los tejidos, insuficientemente irrigados, se empobrecen y, como consecuencia, se produce su necrosis. Es lo que ocasiona, por ejemplo, la perforación del tabique nasal que padecen algunos consumidores habituales.

Trastornos del ritmo cardíaco. Pueden ser el origen de accidentes cardíacos, sobre todo en personas vulnerables y/o consumidores de fuertes cantidades de tabaco. Tanto el consumo de tabaco, como el de alcohol, tienden a aumentar cuando se toma cocaína.

En algunas personas, el consumo de cocaína puede provocar trastornos psíquicos, grandes cambios de humor, delirios paranoides (sobre todo con el ruido) o ataques de pánico.

Aumento de la actividad psíquica y, como consecuencia, insomnio, amnesia y fases de excitación.

Otra característica de la cocaína es que desinhibe al consumidor, lo que favorece la comisión de actos violentos, agresiones sexuales, gastos compulsivos, etc. La sensación de omnipotencia ocasionada por la cocaína favorece la realización de actos insuficientemente meditados.

Por otra parte, los materiales utilizados para “esnifar” pueden transmitir los virus de las hepatitis A, B y C, si se comparten entre varios consumidores. En caso de consumo inyectado, el material compartido puede transmitir el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), responsable del sida.

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