La Cumbre sobre la Transformación de la Educación de las Naciones Unidas reconoció que la docencia debe profesionalizarse y recibir apoyo, para que las y los docentes puedan transformarse y convertirse en agentes de cambio (Naciones Unidas, 2022). Como seguimiento a esta cumbre, y con el objetivo de presentar recomendaciones sobre cómo cumplir estos compromisos, el secretario general de las Naciones Unidas creó el Grupo de Alto Nivel sobre la Profesión Docente (UNESCO y OIT, 2024). Tales principios y recomendaciones, orientados a transformar la profesión docente y servir como hoja de ruta para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 de una educación inclusiva y de calidad para todos y a lo largo de la vida, han inspirado en gran medida algunas de las propuestas de este Decálogo.
La síntesis inicial de estos principios y recomendaciones fue realizada por el grupo de educadores y profesionales que integran el Consejo del Observatorio de la Escuela en Iberoamérica, coordinados por la Fundación SM, y posteriormente supervisada con el apoyo de la Sección de Desarrollo Docente de la UNESCO.
Los principales destinatarios del mismo son los responsables de políticas educativas, que pueden crear las condiciones necesarias para que el profesorado realice mejor su trabajo. Pero también se dirige a las familias, cuya implicación es imprescindible para lograr una educación inclusiva y de calidad, y para los propios equipos docentes, comunidades educativas y encargados de liderazgo escolar, cuya colaboración es esencial para abordar la complejidad y diversidad de los retos educativos.
Los objetivos de este Decálogo son:
• Promover la revalorización de la profesión docente, siguiendo las orientaciones de la UNESCO en su informe global Reimaginar juntos nuestros futuros y, en especial, la sección El trabajo transformador de los docentes (UNESCO, 2022).
• Presentar orientaciones prácticas para hacer más atractiva la profesión, destinadas a atraer y retener a más y mejores profesionales a la escuela.
• Abogar por la construcción de un amplio pacto social que respalde el trabajo docente y apele a su transformación como profesión colaborativa.
El Decálogo
1. Cuidar el bienestar integral de las y los docentes.
2. Mejorar las condiciones de trabajo de las y los docentes.
3. Reforzar la atención tutorial y el acompañamiento psicopedagógico, trabajando en colaboración con la comunidad educativa.
4. Crear una cultura colaborativa en las comunidades educativas y, en especial, en los equipos docentes, caracterizada por el apoyo y el desarrollo mutuo.
5. Apoyar la autonomía y la libertad académica de los equipos docentes, dentro de un marco de corresponsabilidad y de una cultura orientada al desarrollo profesional y a la mejora del aprendizaje.
6. Favorecer un clima adecuado para el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje, en entornos educativos inclusivos, equitativos, seguros y saludables, donde se cuide el bienestar docente y del alumnado.
7. Crear un modelo de desarrollo profesional que atraiga, forme y retenga a las y los mejores docentes.
8. Cuidar que los salarios sean acordes con la responsabilidad que exige la labor educativa.
9. Establecer políticas de equidad de género y de diversidad cultural.
10. Propiciar una mayor implicación de los equipos docentes en la estrategia educativa, tanto en las decisiones de centro como en el diseño de políticas educativas de mayor alcance, mediante el diálogo social.
Cada uno de los 10 enunciados del Decálogo, que puede consultarse integramente AQUÍ, se despliega en cinco objetivos. Así, referido al Cuidado del bienestar integral de las y los docentes, apuesta por:
• Promover el bienestar de todo el profesorado, atendiendo a sus necesidades emocionales y psicosociales, y mejorando su estatus, con especial cuidado del profesorado
que trabaja en contextos de crisis y desplazamiento.
• Cuidar el sistema relacional del centro, especialmente las relaciones entre el alumnado y el equipo docente, pero también las relaciones escuela–familia.
• Garantizar la seguridad de las y los docentes y las escuelas, evitando que sean sujetos de intimidación o violencia.
• Ofrecer espacios de colaboración entre docentes, que ayuden a mejorar las relaciones interpersonales.
• Establecer espacios de apoyo emocional y redes de soporte entre docentes para fomentar una comunidad de apoyo mutuo.
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