“¿Y si dejo de fumar?”

Un buen día, sin saber muy bien cómo, usted se sorprendió pensando que quizás fuera buena idea dejar de fumar. Nunca antes se lo había planteado. Incluso se había burlado de algunas de sus amistades que llevaban ya meses sin encender un cigarrillo. Y, mira por dónde, ahora le venía aquella idea a la cabeza.

 

¿Será posible?

¿Podría usted vivir sin fumar?

¿Se pasará tan mal como cuentan?

¿Será tan fácil como dicen?




 

La verdad es que el tiempo máximo que usted había estado sin fumar fue cuando cogió aquel “gripazo” que le tuvo varios días en cama. Y, en cuanto se le pasó, lo primero que hizo fue encender un cigarrillo. Para celebrarlo, claro.

Y ahora aquí está, pensando por primera vez en dejar el tabaco. Pero no se preocupe. No es ningún bicho raro. Son miles las personas que, como usted, se plantean cada día dejar de fumar. Personas que, al igual que usted, empiezan a pensar que “lo fumado, fumado”, pero que quizás sea conveniente cortar con el tabaco. “Sí, sí, mucha palabrería, pero, ¿en qué va a beneficiarme dejar de fumar?”, se preguntará usted. Vamos a verlo, si le parece.