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¿Qué dicen niñas y niños sobre cómo aprenden algunas de sus habilidades socioemocionales (HSE)? Esta es la frase que resume el aspecto que más ha llamado nuestra atención del Estudio Regional Comparativo y explicativo ERCE 2019, realizado en América Latina y el Caribe, por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, LLECE, de UNESCO.

A diferencia de los estudios anteriores, en esta edición, recientemente divulgada, se incorporó un módulo específico para explorar tres habilidades socioemocionales. La información fue tomada directamente de las percepciones de más 160.000 niñas y niños, de sexto grado, en más de 4000 escuelas ubicadas en 16 países de la región.

Para definir las tres habilidades socioemocionales, ERCE 2019 tuvo en cuenta que estuvieran presentes en forma explícita en los currículos escolares de los países; que se pudieran medir con cierta evidencia internacional; y que los resultados pudieran orientar las decisiones sobre cómo avanzar en el aprendizaje de dichas habilidades. Como el documento lo señala “todavía hay muchas lagunas en la evidencia empírica sobre estas habilidades, su impacto y los caminos para desarrollarlas. El estudio busca incentivar la discusión y la construcción de una perspectiva latinoamericana respecto a la educación socioemocional”.

¿Cómo definieron las tres habilidades socioemocionales exploradas?

La novedad del módulo nos animó a realizar una entrevista con Carlos Rodrigo Henríquez Calderón, una de las personas responsables del mismo. Con él empezamos por explorar cuáles fueron las tres habilidades socioemocionales que estudiaron: “Primero, la empatía, en lo que tiene que ver con identificar las emociones, con interpretarlas, con la capacidad de actuar y responder, considerando el punto de vista, no solo las emociones propias sino también las de los demás. Segundo, la apertura a la diversidad, cómo nos relacionamos con otros, cómo respetar al que está al lado, cómo perciben y son capaces de aceptar y establecer vínculos con personas diferentes. Y tercera, la autoregulación escolar, que tiene que ver con manejar sus emociones, pensamientos y comportamientos, así como aprender a perseverar, conscientes de que no siempre es posible lograrlo a la primera”.

Orientaciones claves

Según comenta Henríquez, el estudio arroja al menos cinco orientaciones para promover el aprendizaje de estas habilidades socioemocionales: “Primero, la importancia de direccionar las habilidades socioemocionales en cada aula, no en una asignatura sino en cada experiencia de aprendizaje, en cada minuto, desde el saludo, el ingreso al establecimiento educativo, hasta cómo nos despedimos, cómo resolvemos problemas, cómo conversamos. Segundo, el rol de los maestros es preponderante. Tercero, este tema es tan importante como lenguaje o matemáticas. Cuarto, hay que apoyar a los maestros, quienes declaran que no han sido formados para desarrollar HSE, pues la formación en las universidades está principalmente centrada en lo cognitivo. Y, por último, cómo se construye una alianza entre la escuela y la comunidad”.

El interés de la maestra y el maestro enseña

En sus conclusiones, el estudio dedica un espacio especial al rol de maestras y maestros en el aprendizaje de este tipo de habilidades: “El nivel reportado de habilidades socioemocionales se relaciona significativa y consistentemente con la manifestación de interés de los docentes por el bienestar de sus estudiantes. Prácticas docentes como motivar a los estudiantes a perseverar, verificar que han comprendido y entregarles retroalimentación, también se asocian positivamente con las habilidades socioemocionales reportadas”.

Al respecto, Henríquez destaca el valor de esta información ya que “todas estas preguntas han sido realizadas a las niñas y los niños. ¿Qué quiere decir esto? Cuando los niños perciben que el maestro se preocupa por ellos, que tiene motivación para que aprendan, que se esfuerzan por un mayor bienestar, reportan mayor desarrollo de sus habilidades socioemocionales. Lo que hace el maestro, marca claramente la diferencia no sólo en los aprendizajes sino en el bienestar declarado por cada uno de ellos”.

Un paso inicial con el soporte de la evidencia

El estudio que se acaba de divulgar continúa Henríquez, “es una primera aproximación, pues se han evaluado algunas de estas habilidades. Es el primer peldaño para abrir la conversación sobre la base de la evidencia. Lo que hemos hecho con los países no ha sido señalarlos con el dedo para decir, mire todo lo que está pendiente; por el contrario, mostramos las posibilidades que se abren cuando se trabaja en equipo, cuando existe interés demostrado por el bienestar de sus estudiantes, cuando hay organización de la enseñanza y acciones para promover un buen clima de aula. Un niño y niña que desarrolla estas habilidades (empatía al relacionarse con sus compañeros, autoregulacion escolar y apertura a la diversidad), es protagonista de su aprendizaje, desarrolla sus talentos y aprende en comunidad”.

Mucho por ver y aprender

Hay una buena gama de motivos para animarse a leer y analizar el estudio: La representatividad de la muestra explorada, la diversidad de países, la presencia de estas habilidades en forma explícita en los currículos y, en especial, el dar voz a las percepciones de niñas y niños para sumarles a la conversación. Es también un aporte de calidad a la experiencia de miles de maestras y maestros, en cientos de escuelas, comunidades y gobiernos que han apostado por la educación socioemocional.


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